sábado, 3 de noviembre de 2012

Mil maneras de decir nieve

Ilustración de Norman RockwellThe Diving Board , 1947.


Cuando hace 23 días abrí este blog, uno de los nombres que barajé para su título fue: "Doctor en Siberia". Quería referirme a la serie que tanto me gustaba ver  en la intransitiva televisión de escasos canales. Digo "intransitiva", no para meterme en harinas gramaticales, sino porque no permitía el transito, vamos; que uno no se podía meter por la pantalla y ciscar por allí dentro. 


Pero ahora estamos en la muy transitada Red, y vamos para allá y para acá como si nada, como se va en casa de la cocina al salón. 

Vamos, que nos cuentan ésto cuando éramos niños, cuando por las tardes salíamos de la escuela y nos daban la merienda y nos poníamos enfrente del trasto y aparecía la carta de ajuste, y la mirábamos con rabia, como queriendo morderla para que se fuese y empezara ya el "Un globo, dos globos...", ya sabéis. 

Y, yendo a lo que iba, pensé bautizarla con lo de Siberia, creyendo que esto iba a ser un remoto territorio sólo visitado por las ventiscas. Y lo mismo le ocurrió al protagonista de aquella serie, el doctor Joel Fleischman, cuando le destinaron a   donde Cristo dio las tres voces.  Y sin embargo:  cuántas nimias y deliciosas peripecias  le ocurren en Cicely, que han hecho que se considere a  "Doctor en Alaska" como una de las  series con más encanto de la (a que voy y lo digo), pequeña pantalla.

Pero no lo hice, pues al igual que no suele salir bien invitar a la misma fiesta a amigos de distintas épocas, lugares, y situaciones ( ni que decir tiene a antiguos amores), no conviene mezclar las cosas. 

Esto me pasa por mi mentalidad analógica, alguien que escribe en cuadernos de cartoné, de tapa jaspeada, lomo de tela, hoja rayada y de la casa Miquelrius. Y si alguien quiere saberlo: ésos, los cuadernos en sus estantes,  ésos si que son intransitivos.

Todo esto viene a cuento, porque hace un rato me ha contado el señor Google - el de ojos saltones o grandes gafas de pasta, el que tiene vocación camaleónica por el disfrace, el que todo lo ve, todo los sabe, todo lo analiza y casi todo lo casca- que he llegado a los 1.200 lectores en estos 23 días. Sé que no es nada, pero al menos es gente que ha pasado por aquí, y los llamo lectores porque, digo yo, que el título al menos habrán leído. Y qué tontería: me hace ilusión.

Ilustración de Quint Buchholz
un grupito fiel de los Estados Unidos de América, algunos de Alemania, del Reino Unido, de Francia,  de Polonia, de Rusia, y últimamente de Perú, Brasil y Argentina. Una vez entró uno de Turquía, pero para mí que se perdió en algún cruce de la Ruta de la Seda, y al que más me gusta sorprender en directo, es a un@ misteris@ de Australia que acaso me lee cabeza abajo.


Podría contar que la entrada más leída es el relato "Penélope en el balcón", pero claro: "¡Bien podrá que son cinco!" seguro que estarán diciendo las otras entradas del blog. Así que para ser justo, hay que decir que a título individual gana "La vida en una embuerza", seguido de "Queríamos tanto a Ana Torrent". La primera de ellas , la que sirvió de editorial, "La cabeza en las nubes", no va nada mal, y como allí conjuraba, parece que la nube sigue mullida sobre mi cabeza. A la zaga van, como cargados con un macuto de piedras, "Apuntes de lecturas" y sobre todo "Diálogo con el paisaje", que es un poema que se me cayó del pantalón (cada uno pone la disculpa que puede).

De todo ello saco conclusiones para mejorar. Aún estoy en calzones; que no me manejo con la mecánica del blog, vaya. Por ejemplo, no soy capaz de colocar el archivo en los laterales para que se vean todas las entradas, en vez de al pie de página del blog, abajito del todo a donde nadie quiere llegar, y el lector llega, lee lo cercano, y se va.  Pero me he preocupado más de los contenidos, para luego, cuando los hubiera, hacer la "Mise en place" de la bitácora y optimizarla. 

Pretendo-para que veáis si soy analógico y anticuado- que se parezca lo más posible a leer un libro, bajo un árbol, en un parque, en el sillón de casa, sin trastos dando la murga por aquí y por allá. Acaso quiera crear ese ambiente de biblioteca pública que a la menor te sueltan un "¡Chissssss..., que aquí se viene a leer!". En fin, ya veremos. 

Esta entrada es para decir gracias.

He sabido que el pueblo inuit (valga la redundancia, pues inuit significa "El Pueblo"), tiene muchas palabras para referirse a la nieve. No es igual la nieve que cae, que la caída hace días, que acaso la nieve que nieva en el recuerdo. 
Yo quisiera ahora encontrar una lengua que tuviera mil maneras de decir gracias, para enviar a cada uno de los que habéis pasado por aquí una diferente,  incluido al turco. 

Pero a lo peor no la hay..., o puede que sí. 

En árabe se dan las gracias de manera diferente según a quien se den: Choukran ( si no quieres resaltar a quien lo dices)Choukran lakouma( para 2 mujeres u 2 hombres), Choukran lakkouna ( si lo dices a un grupo de mujeres o chicas) ... y así. 
Lo sé por la señorita Wikipedia, que es como aquella maestra que todos quisimos tener: joven, de buen ver, que lo explica todo con cariño, y que te deja tocarla (no sé si me ha salido una gracia o una tontería).

Volviendo, quiero apropiarme de la elasticidad que tienen las lenguas para daros a cada uno de los 1.200 visitantes las gracias. A ver si me explico...

El pasado día uno, falleció Agustín García Calvo, y él, que fue un gran filólogo, poeta y filósofo ( tres veces Premio Nacional: de Literatura Dramática, Ensayo y Traducción), mantenía que : 
    «la gramática en la escuela no debería tener más sentido que     el tomar conciencia de lo que se ha aprendido sin darse cuenta. La lengua no es de nadie, no tiene más amo que quien la habla». 

Y  creo que siempre le he hecho caso, sin saberlo, pues la cita la encontré ayer. Aprendería de igual manera, que si alguien me dice que el día era "Frío", lo entiendo, y si me dice  que era  "Frío frío frío", entiendo sin necesidad de ver su resoplido, encogimiento y gesto de manos, que hacía un "virugis" que se las pelaba, por no decir otra cosa más castiza. Entonces, si yo escribiera que : "La nieve era blanca blanca blanca blanca..." y así un kilómetro,  cada blanco copo que cayera de nuevo sobre esa distancia, daría a mi nieve más albura.  

Por esa mecánica, quiero poner aquí: "Gracias gracias gracias...", y así  mil doscientas veces, y como la lengua de mis pensamientos es mía, quiero, sólo por esta vez, quitarle el valor aumentativo a cada vocablo de esa cadena, para que os llegue a cada uno el agradecimiento por igual.

Quede entonces hecho.

Y en cuanto a lo que será de este blog; pues no lo sé...
De momento dejemos que sigan cayendo trémulas y lentas las palabras, como en una nevada, y ojalá dejen un bello paisaje.

En cuanto a lo de hacer  bolas con lo aquí acumulado, deslizarse por la lectura como en un trineo, y hacer muñecos de nieve, eso es ya cosa vuestra...


Viejos tiempos, viejas técnicas. Haciendo el mailing anual de empresa de 6.000 trípticos.


Postdata: 
Görüşürüz!,  como los turcos dicen a sus amigos ¡Hasta pronto, hasta la vista! 










2 comentarios:

Vicky Rodriguez dijo...

Gracias a ti por estos ratitos de lectura en los que se aprende un poquito de todo.. Con ternura y con sentido del humor, es siempre agradable leerte... Eso sí, te veo aprendiendo turco antes de aprender a manejar el blog.. Jaja.. Seguro que andaba tan perdido como tú, pero también es seguro que le merecio la pena encontrarte. Espero poder volver a leerte pronto! Un gran abrazo

Ángel de Arriba Sánchez dijo...

Öpüşme. Ves ya he aprendido turco: así se dice besos.
Ahora me queda lo de manejar el blog, eso si no le doy una parada y lo mando a Australia, a las Antípodas...