Ruínas en paraje de Calvarrasa de Arriba, Salamanca. |
Ahora que descansa la tierra en su olvido
y al fin los yermos terruños suspiran en surcos dormidos,
ahora que los cielos también descansan
de días pasados, adivinadas mañanas y olvidadas noches.
Ahora que se va la tarde con tan sobria belleza,
madurez de faz por mil caricias curtida,
ahora, cuando las casas reciben baldías,
hoy saciadas de tiempo y ayer de hambre y dioses sombríos.
Ahora, cuando oigo tu silencio herido,
cuando me llega como canto de mirlo el susurro de la memoria,
cuando bebo tu manso aliento encendido,
cuando siento tanta presencia de lo ínfimo y de lo bendito.
Ahora, cuando ya me he de ir cavilando,
afilando con mis ojos el perfil de tu horizonte,
ahora, tierra solitaria, te lo he de decir:
que no me aportas conciencia propia, sino clamor infinito.
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