miércoles, 29 de abril de 2015

En la cátedra de intemperie


Abril de 2015. Agustín, Luna, las ovejas blancas y yo, que si ponéis un poco de atención, no os va a resultar difícil encontrarme...

Escuchando la 6ª sinfonía, "Pastoral", de Beethoven.

A menudo me encuentro con Agustín, con su perra Luna, y con el centenar largo de ovejas que por esas aulas pastorean.
Esto ocurre cuando me doy un garbeo por las proximidades de Salamanca, por esas tierras de las afueras de la ciudad que se desdicen de la urbanidad, y vuelven a ser lo primigenio: paisaje. Son estos, territorios que buscamos los paseadores de perros,deportistas de a pie o de ciclos, los desterrados del amor, o los escribidores sin letras. Los recorre un arroyo, o riachuelo que le dicen otros, o un regato que dirá alguno escapado de las páginas de Miguel Delibes y que tal vez se dedique a cazar ratas. Aunque yo, que tengo estas orillas muy meditadas, ratas nunca he visto, que sí patos, y tortugas varias, que soltarían algunos a los que se les enfrió el regalo de cumpleaños.
Pero, para ser precisos, es un arroyo mínimo, de los que apenas se adivina su línea en los mapas, pues es un hilo de un azul diluído que dibujan los cartógrafos para no traicionar su oficio. Os diré que es un flujo modesto que se envalentona cuando en las buenas primaveras andan los caudales sobrados. ¡Toma, como todos!...dice el otro. Yo lo he visto cerrado; como decimos por aquí, tan parado de hielo que anda en ese ser o no ser del "Saquespeare" que se gastan los inviernos últimamente por doquier.
Y también digo, que le tengo observado  que llegado el verano aguanta su sequedad como una boca sin besos.
Hubo un tiempo en el que este valle fluvial , además de por los rebaños lanosos, era visitado en paseos de recreo por los salmantinos que hasta allí se acercaban a golosear las mieles de la rusticidad.
Era el siglo XVIII, y un poeta ilustrado escribió un poema entre pastoril y picarón titulado"La flor del Zurguén". Es un poema que, la verdad, hoy se nos antoja algo cascabelero. El hombre que lo escribió se llamaba Juan Meléndez Valdés (1754-1817 ), y fue el que se acercó a  echar al arroyo unas letrillas, acaso para enfriar sus sofocos, acaso para que estas riberas tuvieran un son que cantar en su trashumancia de aguas.
Ah, y que buena moza hubo de ser la de la grafía de Juan.
Este arroyo que hemos dibujado en la difusa cartografía de esta crónica,  da nombre al barrio que habito, y luego de lamer campos, se nos viene a ahogar en el Tormes, muy cerca ya del viejo Puente Romano. Y ahí  le dejo siempre en mis paseos, como le dejamos ahora en este párrafo, para que pueda llevar tranquilo y orgulloso su poema a los hombres de la mar, que contar romances a extraños, lo tengo sabido, desahoga mucho. 
Vista de Salamanca (España) por el sur. EL camino a Miranda de Azán (Vía de la Plata) a su paso por Tierras de Aldeatejada. Abril de 2015. 

Y vuelvo con Agustín, y con Luna, y con sus pupilas melenudas en los garabatos de la hierba.
Con este pastor me echo unos parlamentos de mucha enjundia, y aprendo lo que no está escrito, pues el tiempo de los poetas románticos quedó pasado. Gracias a él me entero de cómo parvulean los campos de la cebada, del moceo de los del trigo, y de si le van saliendo los amarillos a las damiselas de la colza. También me cuenta de los oráculos que traen las nubes, esos deseados silos del agua, y de los rumores que acercan los aires vagabundos.
Son noticias que me dice, y que acaso no suban las Bolsas, ni las lonjas, ni hagan que bajen las cestas de nuestras compras, pero, qué cosas, a mí me aciertan mucho el ánimo. 
Otras veces nos metemos en los pastoreos políticos de los pagos patrios, donde, nos reímos, abunda tanta oveja negra y descarriá. A veces peloteamos con lo que acontece por esos grandes corrales que tiene el mundo, o de las cabañuelas electorales que nos traemos este año. O hablamos del fútbol de anoche, del cómo les fue a nuestros equipos encontrados, pero que allí los dos, puestos ambos ante unas gradas ovinas,y  en el césped común de la colina, nos trae ya si cuidado. 
Y la perra Luna nos escucha con los ojos muy abiertos, y va taquigrafiando todo con el rabo.
Yo sé que Agustín siempre lleva un pequeño transistor en su zurrón, y que su edad, y aguantar el palique de todo aire, contemplar el ancho horizonte que hace en mundo, momologar tanto silencio, subir y bajar los caprichos del terreno, y seguir las burbujas de la meteorología, hacen que él tenga las cosas muy bien caviladas, y los asuntos muy asentados para parlamentar.
Y de Luna,os diré que es comedida, que no niega el cariño; pero que tampoco lo regala. Se mueve con sigilo entre las merinas, y pocas veces se la oye ladrar, pues, como aquella maestra que tuve yo en la EGB, le basta una mirada para poner orden en el gran aula de los pastos libres.
Sí, os digo, siempre me alegra cuando los veo a lo lejos legitimando horizonte, y me agrada pasar con ellos un buen rato en su redil. Y hasta me da pena, lo confieso, cuando me tengo que despedir de este catedrático de intemperies y su fiel y cauta secretaria.
La última vez que estuve con Antonio le pregunté si se sabía las letrillas de Meléndez Valdés. Entonces él desplegó en su cara la página de la sonrisa; y me habló de una escuela rural donde un coro declamaba un poema perdido hoy en las antologías.
Y yo miraba los pacientes meandros que el arroyo hace en el valle como no queriendo llegar a su morir, cuando oí la rasposa, pero infantil y machadiana, voz de Antonio:

(...) Parad, airecillos,  /  parad, y veréis  / a aquella que ciego / de amor os canté, 
a aquella que aflige / mi pecho crüel, / la gloria del Tormes,  / la flor del Zurguén. (...) 

Publicado en el diario digital
Salamanca rtv al Día,
29 de abril de 2015
Ángel de Arriba Sánchez
El Escribidor del Tormes




4 comentarios:

Rafael Carvajal dijo...

Gracias por estos relatos. Me llegan muy amables, cariñosos y sinceros. Como escritos desde dentro. Saludos.

Rafael

Ángel de Arriba Sánchez dijo...

Gracias Rafa, eres mu amable. Celebro mucho que te gusten estas letras, y tus palabras son de mucho estímulo para seguir buscando nueveos relatos. Un abarzo,amigo lector, mis mejores deseos para Tí. Ángel, El Escribidor del Tormes.

JosefinaSánchez Martin dijo...

Que bueno eres Angel. Envidio esa faciidad tuya de encontrar la palabra adecuada en cada momento. cunado hablas del Zurguen, y de Aldeatejada. Que envidia me das. Una envidia limpia desde mi admiración. Un abrazo.

Ángel de Arriba Sánchez dijo...

Gracias Josefina Sánchez por sus motivadoras palabras. Cono siempre digo: yo solo voy ahí, por estos caminos virtuales echando letrillas -en este caso a un arroyo- y mi satisfacción es que fructifiquen en los vosotros, los lectores. Un abrazo amiga...Ángel, El Escribidor del Tormes.