martes, 9 de junio de 2015

El sabor de las aguas todas

Pensando en el   A-G-U-A , que el día 5 de abril de 1887
le manó en la mano a Helen Keller
por mediación de su maestra Anne M. Sullivan.

Homenaje

¿A qué sabe el agua?,

le preguntaba a mi abuela Margarita cuando mordía el chorro del caño de la fuente de "La Balsá", la que está junto a la casa en la que cada año veraneaba.

Fotografía del buen amigo Martin Cilleros.
La Alberca, Domingo de Corpus, 7 de mayo de 2015.
Y la mujer, grande, oronda y buena como un pan de dos kilos, me miraba, y yo comía su mirada salaína como si fuera una rebanada de blanca miga untada en algo.

"¡Anda, bebe y calla, que eres un zaleo de mucho cuidado!", me decía Margarita.

Ahora, 40 años después, cuando veo una fuente serrana pienso en mi abuela, y en mis veranos en La Alberca, en la Sierra de Francia de Salamanca.

A veces me pongo un disco del buen amigo Gabriel Calvo, y en cuanto oigo la gaita y el tamboril serrano, o charro, vuelvo a estar en la liquidez del tiempo. Y la música me llega como un chorro perfumado, como un olor de cantuesos por las calles del Corpus, como un puñado de moras negras rebosando la barbilla, como un incienso de días de guardar, como una bolsa de obleas por romper.

Y es entonces, abuela, cuando ya sé a qué sabe el agua: sabe al cónclave de las sombras por las calles serranas, sabe al convite del heno en el cortinal, sabe a la moneda gorda de diez duros de los domingos, sabe a risas de niñas orinando en el corral, sabe a una mosca violinista en la siesta, sabe al borrico del abuelo, sabe a cerezas robadas como se tiene que robar todo futuro, sabe a un platillo de porcelana cascarilleado, sabe a tu flan de los días de fiesta, sabe al bostezo de acero de las campanas del reloj de la iglesia.

Y sabe al imán de la luna de agosto en la noche titilante de grillos.

Y a veinte mil poemas de amor: también.

Pero, sobre todo, Margarita, las fuentes, los caños, los chorros, las aguas todas, me saben a memoria, a silencios de mucho palique en los poyos el ayer, a besos debidos a la fuente de la vida,y a ti en el balcón, descosiendo con tus manos nutricias la luz del atardecer.

Que ya callo y bebo de estas letras,abuela, que ya ves que sigo siendo de mucho cuidado.

Publicado en el periódico digital
Salamanca Rtv al Día.
Miércoles 10 de junio de 2015

Ángel de Arriba Sánchez
El Escribidor del Tormes


La Alberca. fuente de "La Balsá".
 Foto de Pelayo Mas, 1927. Fondos fotográficos del Institut Amatller D´Art Hispànic. 3



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