viernes, 9 de enero de 2015

Carta devuelta de Reyes

Un relato para los días sin magia.

Mediodía en la plaza Mayor de Salamanca, España. 5 de enero de 2015.

Hoy el cartero me ha traído devuelta mi carta a los Reyes Magos.

No les pedía mucho, todo hay que decirlo, pues ni la cosa ni uno está para epifanías consumistas. Además, ya no recuerdo cuándo se me cayó esta ilusión en los bosques encantados de la niñez. Y ahora que ha salido el tema, me pregunto si los árboles recuerdan acaso cada hoja perdida por sus otoños.

Pero allá las arboledas con sus hojarascas, que yo, aunque también sepa que no dejan de ser secas cosas, recuerdo con nostalgia la Noche de Reyes. Sobre todo del periodo entre mis cuatro y nueve años, tiempo en que estaba interno en un colegio de monjas.

Digo “Colegio de monjas”, para no tener que decir que aquello era un orfanato, y que, en consecuencia, yo era un hospiciano, un incluso, uno de tantos de los recogidos junto a la cárcel de nuestra ciudad. Así nos llamaban por costumbre, a pesar de que las monjas, con ese agua almidonada que tienen para las cosas ásperas de la vida, habían bautizado aquel extenso laberinto de patios, pabellones y campos de fútbol, con el nombre de “Residencia Provincial de Niños de San José”.

Efectivamente la tapia de nuestra “Resi“, como aún la seguimos llamando, bisbiseaba con la de la cárcel. Muchas fueron las veces que al principio las voces de los centinelas de sus garitas me despertaron: “¡Las dos…, y sereno…!”, y así cada hora hasta el alba. Ahora el penal es un moderno museo de un arte tan novedoso, que a mí, a veces, cuando veo los gritos que cuelgan en sus paredes, me sigue desvelando más que a sus instituciones patronales su cuenta de resultados.

Vista de "La Resi", antiguo orfanato de Salamanca. Circa 1957.
Fotografía de los archivos de la Diputación Provincial de Slamanca, España.

Lo último de La Resi, ya olisqueando lo penitenciario, era nuestro mejor campo de fútbol. Era éste grande, bien rectangulado, de porterías con larguero, y todo cubierto de las arenas sacadas del Tormes. En él competía nuestro equipo de mayores, y de los domingos que se jugaba en casa, claro que me acuerdo: ¡Resi, Resi..! También porque llegaba el del carromato de chuches, Pelayo, creo que se llamaba. Y el caso es que ahora, donde nosotros voceábamos al árbitro, a los contrarios o a sus seguidores, y donde Pelayo no cesaba de aguzar su grito de “¡ Pipas, caramelos, chicles…!”, ahora es un Centro de Artes Escénicas y Musicales, y por allí solo se afilan violines, pianos, flautas varias, y no vocean más que que la soprano o el tenor de turno. Tampoco nadie corre por esas arenas, ni salta, ni brinca , si no es un bailarín que venga de Rusia, o una lejanía así, que diría el maestro del relato Antonio Pereira.

Así que ya veis si me acuerdo de aquellas páginas, de esos juguetes rotos con los que nuestras memorias se entretienen.

Y hablando de juguetes, era la noche de Reyes Magos la que más nos desvelaba cada año. Las monjas nos decían que en las cartas pidiéramos tres cosas, por sí no podía ser una, que fuera la otra. Y llegaba la anochecida y con ella la cabalgata. Creo recordar que allí residiríamos unos 500, entre chicas y muchachos, y esa vez las sores nos llevaban a todos al gimnasio. Allí, subidos en una alta palestra, sus Majestades donosas iban por tandas proclamando el nombre de cada uno de nosotros. Y cuando oías el tuyo, como se oye una campana lejana, esperabas a volver a oír el replique de tu nombre. Y subías arriba tu tembleque, y bajabas iluminado con un paquetito en las mano.

El caso es que la noche era mágica, sí, pero aquellos tres de mi infancia no acertaban ni una. No voy a hablar de que la bicicleta que les pedía cada año nunca llegara, pero sí de que no solo a mí, sino a casi nadie, le sabían cumplir el encargo. Así que al día siguiente nos tocaba andar por los patios cambiandonos los regalos: "Te cambio la escopeta por el Exit Castillos" , "Si me das el balón te doy mis pistolas ..." , y así nos tirábamos toda la mañana de Reyes.

No hace mucho decubrí la causa de la dislexia juguetera de los Magos.

Acudí durante unas semanas a los archivos de la Diputación Provincial, que era la benefactora de aquel orfanato. Pedí los gruesos volúmenes de las actas donde se consignó durante sus 60 años de existencia los eventos del día a día de la Residencia. Allí supe de las entradas de los niños, y de las salidas cuando alguien los adoptaba; de la compra de los uniformes, de las provisiones de calzado, de los gramos que debían pesar las raciones de pan; de las fugas de los muchachos, y de las sanciones disciplinarias por maltrato a algún celador.

Cada tomo anual comienza con las cuentas de la cabalgata de la noche de Reyes: de las pesetas que costaron decorar las carrozas, del pago a los actores, el gasto de los caramelos arrojados, y una profusa lista de los juguetes que se habían entregado. En esta relación se da cuenta de todo lo que las monjas habían conseguido recaudar para sus muchachos, y alguien de paciente mecanografía lo pasó al papel: " 50 balones del parque de bomberos ", " 100 muñecas de los almacenes..." , "25 trajes de pistolero de don fulano de tal...", " 75 libros de cuentos de la librería ...", y sigue el listado.


Y otra vez se apagó la Navidad.

Ahora nos quedan los días sin magia,las largas horas sin música, y esperar que vayan llegando las estaciones con sus carrozas de hielo, flores, girasoles u hojas secas. 
Mediodía en la plaza Mayor de Salamanca, España. 5 de enero de 2015, detalle.

Pero este año, es año electoral.

Ya nos llegan las cartas risueñas de los políticos, porque saben que en estos años, los Reyes Magos somos nosotros: la ciudadanía. Que todos han sido muy buenos, nos dicen con cara angelical. ¿A quiénes corresponde echarles el hollín de la corrupción ? ¿A quién la caja de laboratorio para que en sus probetas ensaye explosiones químicas ? ¿A quién su merecido juguete de cuatro años de poder? ¿A quién devolveremos su carta sin ni siquiera abrirla?...

Pienso que esto es de poca importancia, pues luego ellos harán los que nosotros por los patios de la Resi: "Te cambio esto por esa alcaldía..." "Si me dejas jugar con tu regalo, yo te dejo el mío" " Si juntamos tu caja de Juegos Reunidos Geyper, y mi Geyperman, podremos con los otros".

Y es que son, y somos, como niños.

Así que esperaremos de nuevo a que nos lleven a ver la cabalgata electoral. Y cuando digan nuestro nombre, subiremos a depositar el voto en el cúbico cristal como quien deja caer su sombra por el enlosado de las plazas.


Artículo de opinión publicado el 7 de enero de 2015
en el periódico digital Salamanca RTV al Día


Ángel de Arriba Sánchez
El Escribidor del Tormes

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