viernes, 11 de octubre de 2013

Inventario de nubes

Gracias, Amig@ por acompañarme por este camino...

Erase una vez un hombre que quería contar…


Así, con el método de inicio clásico de los cuentos, comienzo hoy esta entrada para dar cumplida noticia del primer aniversario de este blog. 

No es un noticia bomba, claro está, más bien de las de andar por casa,y casa pequeñita, por cierto; pero como a ti ya te he visto por aquí alguna vez y te considero ya de los míos, pues voy ahora y te lo cuento. 

Resulta que hace un año, tal día como hoy, se me ocurrió iniciar mis andadas por el torbellino de cruces de caminos virtuales de internet.

Aquel 11 de octubre de 2012, mi blog fue uno de los 20.000 que según nos cuentan se abren cada día por estos aires, y esto es como relatar la caída de una gota de lluvia en el océano. Pero como es lo que hoy me toca, pues sigo, aunque por ahí estén cayendo chuzos de punta.

Hoy, un año después, y cuando el contador me avisa de que me voy arrimando a los 20.000 lectores (digo yo que al menos habrán leído el título), quiero agradecer a todos los que os habéis acercado por aquí para ver lo que se decía este “cuentador”, este "decidor" , este escribidor de fábulas.

Así que el hombre que quería contar-que voy a ser yo mismo- fue y se puso a teclear en las madrugadas.

Mi primera entrada fue un cuentecillo que se me ocurrió de sopetón. La cosa iba de nubes y lo digo en el post “La cabeza en las nubes”. Quise entonces que fuese la editorial de mis intenciones, la promesa de mis haceres, y aunque yo no lo quería, se notaba que era también un registro de mis deseos, de  los temores que me recibían al iniciar la aventura que se me antojaba un poco quijotesca.

En esa primera entrada, un intrépido hombrecillo saltaba sobre una montaña para cazar una nubecita adormilada y bajársela al valle. Es un símil de lo que intentamos para cazar nuestros sueños y llevarlos a las prosaica tierras  de nuestra realidad. El hombre de mi cuento, que se parece sospechosamente a mí, descubría en su descenso que la nube se había convertido  en un charco de agua azul a sus pies, espejada e indiferente como el desengaño.

Hace unas semanas descubrí con regocijo al
 ilustrador lituano Ceslovas Cesnakevicius.
Aquí su obra "El cazador de nubes".
Os  recomiendo su obra, visítalo en: 

https://www.facebook.com/cesnakevicius.art. C.C.


¿No es así como acaban muchas de nuestras infladas ilusiones?

Y, bien, ¿cómo está un año después aquella ilusión de intemperie del cazador de nubes?,pues veamos…

Como dejó escrito el autor del verso que da título a este espacio, Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar…”, y ahora es tiempo de desandar lo caminado y volver la vista atrás, y rebuscar en la senda que me ha traído hasta aquí. 

Veo que he atrapado un  buen puñado de nubes, y que aún siguen si evaporare sobre mi cabeza. Son más de cuarenta; algunas cárdenas, otras cándidas y blancas, y algunas otras henchidas y negras como nubarrones. Como se suele decir: “De todo hay en la viña del Señor”, aunque, claro: de todo hay en esa viña excelsa menos uvas, que es lo que tenía que haber…

Así que en este blog, fruto del empeño de alguien que quería contar, hay sobre todo cuentos. Y ya se sabe que el que mucho cuenta es un cuentista.

¡Vaya!, me habéis descubierto...

En circunstancias normales ya estaría escondiéndome, andaría sonrojado,poniendo cara inocentona de chiquillo pillado en una trastada, procurando hacer mutis por el foro..., pero hoy no, pues estoy contento. Mi alegría, liviana y volátil  como  nubes rosadas en el amanecer, se debe a que por primera vez han concedido el premio Nobel a una cuentista. Sí, el dinamitero galardón de Estocolmo recayó ayer en Alice Munro, la decimotercera mujer en conseguirlo y la primera que lleva el trofeo a las estanterías canadienses.

¡Chuparos esa, novelistas de letra corrida!

No es que tenga nada contra la novela ni cualquier otro género en el que se dore la letra, entiéndase, no, es sólo un guiño simpático para los de mi cuerda, es decir, los relatadores, esos goteadores sobre los mares, esos, después de todos, menesterosos de los cenobios literarios.

La propia Alice Munro tiene una única novela: "Vida de las mujeres", a pesar de que todo el mundo le aconsejaba dedicarse a la novela en detrimiento de los relatos, pero ella hizo caso omiso  y cultivó en soledad el género corto hasta resultar una maestra soberbia. Recuerdo de mis tiempos de librero que ya se la tenía por excelsa, pero apenas vendíamos libros de ella, pues en España los libros de cuentos no dejan de ser en las mesas de novedades más que un puñado de calderilla en los bolsillos. No había leído nada de ella hasta este verano. Leí un artículo en el que la autora anunciaba su retirada, a sus 82 años, por considerar el oficio de escritora demasiado absorbente y solitario, y por las ganas que sentía de repente de moverse en sociedad.

¡Qué verdad!, me dije, cuánta soledad hace falta para escribir. Pero la soledad, tan necesaria,  llega un momento que como la humedad  te pudre los huesos.  Hasta ese momento estás inmerso en ella, y en ella te mueves como los peces en el agua sin sentir su gélida caricia,  y sólo cuando sales un día al aire te notas totalmente empapado y empiezas a tiritar, y entonces te das cuenta de la verdadera condición del oficio, que, iluso, quieres abrazar.


Caricatura (aún desconozco a su autor) de Alice Munro,
excelsa narradora de grandes cosa pequeñas,

 y premio Nobel de literarura 2013.

Este verano ha sido cuando descubrí a Alice al leer tres de sus libros: "Demasiada felicidad", "La vista desde Castle Rock" y "Odio, amistad, noviazgo,amor, matrimonio", y su prosa de orfebre me fue calando tarde a tarde, como una brisa benigna que orea las humedades solapadas.

Estoy contento, decía, por el Nobel de Alice, por lo que se me ocurre un desagravio a los cuentistas, esos grandes atrapadores  de nubes de la realidad. 

Desagravio a los grandes maestros del relato chico que nunca lo tuvieron: Anton Chéjov, John Cheever, Eudora Walty, Carson McCuller aunque también cubrió las distancias medias, Carver, Flannery   O´Connor, Jorge Luis Borges,el Rulfo de "El llano en llamas", la IsaK Dinesen de palabra cautivadora, y tantos otros, y, sobre todo, tantas otras; pues la mujer parece especialmente hábil en hilar relatos con las cosas que parecen nimias, como ducha resulta también en tejer la vida.

¿Qué más decir en este aniversario?

Diré que ha sido una buena experiencia, y que me agrada ver cómo se asoman por aquí de casi todos los países del mundo. Que seguiré dando saltos para atrapar nuevas ideas, que seguiré vertiendo gotas al mar cibernético, que gracias por vuestros comentarios y seguimiento, pues vosotros sois, después de todo, la fertilidad que dejan mis palabras de viento.

Y como al igual que para escribir hace falta mucha soledad, para leer se necesita mucho silencio. Así que es tiempo de dejar ya mi cháchara, para que tú leas tranquilo. 



¡Hasta la próxima amig@s!, os dejo con los versos de Antonio Machado musicados por Alberto Cortez, y con el inventario que he atrapado este último año con mis saltos, y con la biblioteca de sueños caminados, y pedaleados,  que resulta ser después de todo este blog…

Bien, Amig@s, nos vemos...,puede que nos volvamos a encontrar por estos caminos de aire,ya sabes: navegando a través de las nubes...

 Ilustración del artista  Ceslovas Cesnakevicius.
¡Seguimos !


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si tu eres un cuentista, o escribidor, yo soy uno de tus "leones" o lectores. Gracias por compartir tus historias

Ángel de Arriba Sánchez dijo...

Gracias a ti,incógnito amigo, por seguir con dedicación, paciencia e interés los senderos de hormigas que son mis letras.Un afectuoso saludo, "león"...