jueves, 13 de diciembre de 2012

He oído los pájaros del alma

Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.

NO TE DETENGAS. 
Walt Witman
HOJAS DE HIERBA




Fotografía de la página de Facebook : "I love winter".



Esta mañana, cuando me desperté, la vida estaba a los pies de mi cama.

Ahí estaba, mirándome aviesa, ofreciéndome las zapatillas entre sus dientes, moviendo la cola como un cachorrillo. 

¡Vaya! - me sorprendí- ¿pero ésta no se había extinguido ayer?

Anoche me acosté, prudentemente, antes de las doce, que es cuando yo esperaba el demorado “Fin del mundo”. 

Y es que tiene su lógica, pues si yo fuera mundo, y hubiese decidido involucionarme en un gran bostezo inverso, elegiría las doce (de la noche) del doce del  doce de la decena de años de este siglo antojadizo.

Yo también mandaría un tuit terminal, para sentar precedentes, a lo papal, y se lo encargaría a Chiquito de la Calzada: “¡Hasta luego Lucas!”

Muy inspirado el Santo Padre al ser el primero de su estirpe en puriemplear al Espíritu Santo y encargarle tareas de grácil pajarillo de Twitter. Me enteré que ayer fue ese primer tuit triado, a los doce minutos del día doce de…

Muy hábil también el Gran Pastor al encarrilar por ahí nuestra salvación, pues tal vez así frenó las ruedas del gran cataclismo que nos habían augurado. Quién puede afirmarlo, pero lo que sí es cierto es que nadie, ni siquiera el más excelso comité de premios Nobel, podrá nunca demostrar que no fue ese envío el que le espetó al advenedizo fin de los tiempos su: “¡Tente, necio!”

Y ahí lo tenéis: tema tremendo y un millón de seguidores en un suspiro, sin levantar una mano, que fue sólo un dedo, sin tener que salir al balcón de la plaza con estos fríos, sin tener que atizar la caldera de la devoción con las pesadas paladas de los discursos, ni largas caminatas apostólicas por esas tierras de los hombres.

Dibujo propio de Juan Pablo II,
del año 1982, cuando aquel  Papa
visitó España.
Fui uno de los que voló durante horas
las campanas de la Iglesia
de El Robledo de Sequeros,
y eso, sin ser tan grande como lo
de ayer de Benedicto  XVI,
a su modo fue tremendo,
pues espantamos a muchos pájaros
serranos aquella tarde.
Son asuntos de fe, y a la Fe le conviene el reposo… y  creatividad, y marketing extra teologal en estos tiempos nuevos y recién salvados.
La cuenta de Twitter del Pontífice se la han creado y se la gestionan gentes españolas, y es que es una vieja costumbre nacional: no arreglar lo de casa para ir a enmendar lo de fuera…

Pero estaba en que me había acostado anoche temprano a esperar la catástrofe. Entretenía su llegada con cataclismos más livianos, más cotidianos, más de andar por casa como el interminable diluvio de estupideces de la programación televisiva; el gran alud de la soledad no deseada, las simas que se producen en  las sábanas con los seísmos de la cama vacía, la riña de los de abajo que se apedreaban de nuevo con las ruinas de su amor, el  tsunami de deseos arrolladores  de las voces de la  fornicación de los vecinos tras el tabique; los espejismos del mañana, la sed que deja el pasado, la fatiga beduina del hoy y el tener que cruzar una vez más el desierto de la noche; la entrada en la abrasadora lava de los sueños…

Pero la mañana había llegado fielmente un vez más, y me increpaba para que saliera de la cama. “Eh tú, escribidor: ¿ Qué hay de la alegría que me debes…?”, me repetía mientras me echaba los aparejos cameros hacia atrás como la madre más castiza.

Así que a la par que me inyectaba el café negro,   me 
subía la tensión, y con ella me ascendían los ejércitos de mi sangre cantando canciones de marcha y de alegría mañanera. Y lo digo, aun a riesgo de que se piense que soy un “cantamañanas”, que es esa verbena de las ganas que nos entra cuando estamos descansados, porque tenemos el cuerpo bien evacuado, porque hicimos los deberes amatorios o no, que ayer había dolor de cabeza y eso también tiene su gustito, porque nos da el sol tierno del nuevo día -como recién horneado- en la cara adormilada, porque nuestro júbilo recorre nuestra pequeña casa como un crío un palacio en patinete, porque nos arrascamos con fruición y nos sentimos en nuestro raído pijama como pontífices de nuestra hora porque  es domingo…

Así que me he puesto el chándal y me he ido a correr por el día desembalado. Y es éste –no el de vestirse la almidonada tersura de una mañana nueva, sino el de verme a mí corriendo-, escena que no les aconsejo, pues es como ver a un Tiranosaurio Rex haciendo esgrima. Si al menos fuese un Velociraptor, pues vale, que ese bicho hubo de ser muy ágil y muy flexible y muy cortante incluso sin florete.

Y al ritmo del galope de mi respiración he descubierto que estoy en donde tantas veces he deseado estar: en el futuro. Ya ha venido el porvenir que tantas veces conjuré, he aquí sus territorios, y heme aquí que no reconozco nada. Ninguna gloria de las que auguré identifico en éste vasto páramo que es el futuro hecho presente.
Así que yo me he equivocado también en los vaticinios propios.

Todo lo fiaba al tiempo, todo lo bueno y excelso –por supuesto-  que me habría de acontecer. Y cuando se miran así las cosas, se sabe uno en una catástrofe, en una del tipo de las cotidianas, una más de las livianas y llevaderas.

Pero hoy me he dicho que hasta aquí la mitad de mis días, y que en la mitad que me ha de quedar, no soñaré con grandes logros, éxitos, amores, riquezas, y demás cosas extraordinarias con que soñé para los días que ahora transito.

Que viviré otros 46 años, me retuiteaba en mi cabeza al compás de mis zancadas sobre el camino. Y que lo tendré en esta parte más fácil, pues ya conozco a aquel desconocido que soy y que aniquiló al niño, al adolescente, al joven y al hombre que fui. Y que ya sé lo que no he de hacer, y que sí lo hago ya no tendré a quién echar la culpa  ni nada en lo que buscar escusas. Sé a las gentes que hay que evitar, y con las que hay que sentarse a charlar junto a la lumbre. Sé que la soledad tiene voces delicadas y florales, y la multitud silencios atronadores.  
Sé que mi sabiduría es poca y hueca, que mi orgullo es escarpado como cima demasiado lamida por las ventiscas de mis errores, y sobre todo, que ni quien digo ser y los sueños que proyecto son de fiar.

Y así, corriendo por el campo, escuchando los oráculos de mi sangre, me he dicho que a partir de ahora conjuraré asuntos sencillos, humildes, pero que cuando me sean dados los acometeré con devoción, con comedida pasión, para hacerlos así extraordinarios.


Work from Pawła Kuczyńskiego

Ésta es la estrofa que he encontrado en el camino.

Ésta la calderilla con la que saldo la alegría debida al día de hoy.

He regresado a casa, a contarlo aquí, aún si pasar por la ducha y con el volcán de mi ánimo  en erupción.

Pero será mejor que me vaya, que ahora que al Papa le ha dado por restringirse a 140 caracteres, vengo yo con esta parrafada, esta tamborrada mañanera, este cibernético  sermón…

Perdón pido, pero son seis mil seiscientos y pico de pajarillos, digo caracteres, que se me han escapado de la jaula de mi alma trotadora.



"Tengo una jaula en el pecho", de Amancio Prada.

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