Hay
golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
LOS
HERALDOS NEGROS
César
Vallejo
Ilustración de Jenny Schepers. |
Hoy hace una semana del accidente ferroviario de
Santiago de Compostela.
Recuerdo que faltaba poco para las
nueve de la noche del pasado día 24 de julio cuando encendí el televisor, y al
poco,aparecieron las primeras imágenes de la catástrofe.
Contado así, parece
que quiero decir que si aquel miércoles no hubiera encendido como de costumbre el
aparato, nada hubiese ocurrido en la prodigiosa Galicia.
Será que este escribidor
tiende a la mentalidad mágica, cosa propia de la afición a las letras, por lo
demás; aunque nadie debería
recriminármelo, pues todos, de alguna manera, tenemos esa tendencia soterrada a lo maravilloso…
Ésta se nos manifiesta, por ejemplo, cuando nos enteramos de que fulanita o
menganita ha fallecido, que enseguida decimos: “¡No puede ser, si ayer mismo
estuve con él/ella…!”. Y lo decimos incrédulos; como si nuestro encuentro con
el finado fuese suficiente garantía de inmunidad para cualquier fatalidad.
Así que sí: en lo profundo de mí me
hubiera gustado no haber encendido la caja tonta, y que las meigas no
estuvieran aún dormidas a aquella hora en los bosques gallegos, y que un duende, o trasgo travieso hubiese bloqueado una llamada de teléfono en particular, y que el pronunciado
bostezo de una curva no se hubiera comido tantas vidas viajeras.
Pero las cosas pasan, y los manuales
de magia fallan más que una escopeta de feria. Aunque eso sí, a pesar de que
los hechos acontecen objetivamente, luego, cuando cada uno de nosotros los
interiorizamos, vuelven a acontecer a nuestra sensible y peculiar manera.
Viñeta de JM NIETO, diario ABC, 26 de julio de 2013. |
Es lo que quisieron decir Idígoras y Pachi en la hermosa viñeta que publicaron en el diario EL MUNDO el
26 de julio. En ella se ilustra un camino que discurre por un campo verde, qué duda cabe que gallego, por
el que caminan dos peregrinos cabizbajos, se adivina. El texto que los dibujantes han puesto
reza: “Tragedia ferroviaria en Galicia:
80 muertos y 40 millones de heridos”.
Viñeta de IDÍGORAS y PACHI, diario EL MUNDO, 26 de julio de 2013. |
Y he aquí que este dibujo, estos pocos trazos de tinta, impreso en un papel arrugado, doblado, manoseado y manchado por los desayunos de los parroquianos del bar, me inyectó una dosis de magia emocional de la que andaba tan escaso, y que para sí la quisiera Harry Potter.
Y como soy uno de esos 40 millones de
heridos españoles, pues lo que pretendo es contar en esta entrada mi vivencia
particular de la tragedia.
Viñeta de AJUBEL diario EL MUNDO, 27 de julio de 2013. |
Durante toda esta semana he visto en
las redes sociales idas y venidas de las muestras de dolor de los demás
afectados por la tragedia y comprobando la hermosa y triste verdad de la viñeta
de Idígoras y Pachi.
He visto también a los locutores
estrella de los informativos de las principales cadenas de televisión desplazarse
hasta el mismo escenario del siniestro, en un ejercicio de negación de la magia
informativa, como si sólo viéndolos a ellos sobre un trasfondo de hierros
retorcidos de vagones, nos fuéramos a
creer lo acontecido.
He escuchado a los tertulianos de los
programas matinales, en radio y TV, esos opinólogos
en nómina que lo mismo cascan de una cosa que de la contraria, y todo lo
embarullan, y he comprobado que sufrimos una inflación informativa tremenda:
que no nos creemos ni sentimos las noticias si no nos dan carnaza.
He leído la prensa y creo que en
general se salva de esta tendencia mediática, aunque algún diario también ha
cometido sus excesos y distorsiones. Por los artículos publicados en ellos me
he ido enterando, día a día, de los detalles del suceso.
Hoy ya todos sabemos casi todo.
Sabemos de los héroes nada anónimos
del barrio de Angrois que saltaron a las vías a socorrer; sabemos de esforzados
bomberos con niñas en los brazos; de la insobornable voluntad de los chicos y
chicas de la Cruz Roja, de ambulancias
en la noche, de sistemas de frenado, de que por allí han ido los políticos, de
una llamada de teléfono y la desatención del conductor…
Viñeta de RAÚL ARIAS , como ilustración de un estupendo artículo de Arcadi Espada. Diario EL MUNDO, 27 de julio de 2013. |
Hemos visto muchas imágenes,
fotografías, fotogramas de una secuencia fatal y desquiciada.
Hemos visto los retratos de las
víctimas, sabemos de sus nombres, de sus biografías, y sabemos que cada uno
llevaba sus sueños en las maletas, y el común sueño de abrazar, de besar a
alguien en el andén de la próxima estación.
Sabía, iba sabiendo más y sentía, y ha llegado un
momento que me ha parecido demasiada realidad.
Este escribidor, como ya se ha dicho,
tiende a la creencia de que una palabra, una frase, un poema, un texto, un
libro, unos compases musicales, pueden obrar el sortilegio de cambiar la
realidad a mejor, por un segundo, por una hora, por un día...
Y que esa reacción alquímica que se
nos produce en el sentimiento cuando
leemos, escuchamos, olemos, la poseen los dibujos, las imágenes…en eso también creo.
Por ello me centro en esta entrada en
los dibujantes de viñetas de los periódicos, en esos oasis de sensibilidad,
crítica y creatividad - que esto es el buen humor o el testimonio gráfico- que
uno encuentra en los bordes del camino de las páginas de los diarios, abreva
allí la quieta magia del dibujo, y sigue su prosaico camino con un proyecto de
felicidad para ese día.
Sé que la realidad es que fue una trágica sucesión de errores empresariales,
descuidos humanos, y dejadeces políticamente correctas, las que hicieron que hace una semana ocurriera aquella
fatalidad, evitable, pero no por la inefable magia de que aquella atardecida ninguno
de los 40 millones habitantes del país hubiésemos encendido el televisor en
aquella precisa hora.
Sí, sé que los sucesos producen mucha realidad, y la realidad a menudo hiere, y que 40 millones de heridos no resucitan a una sola de las 79 víctimas de una tarde malhadada.
Ilustración propia, en memoria de las víctimas del accidente ferroviario producido en Santiago de Compostela, el 24 de julio de 2013. |
Sé que para el duelo de los supervivientes, de los familiares
de las víctimas y de vosotros, "cosufridores" de la tragedia, solo tengo palabras de brisa, y dibujos. Este es mi leve tributo, el que entrego con timidez; con respeto, como entregan los niños sus trabajos escolares para las fechas señaladas.
Pero vayan al aire estas palabras y dibujos, como por vías de tinta, a quien los quiera acoger, porque aunque el arte acaso sea solo deseo, sentimiento, leve
bálsamo… también sé que a veces es lo único que nos queda para curarnos.